Quizás fue "un pequeño paso para un hombre", y posiblemente fuera "un gran paso para la humanidad", pero sin dudarlo fue un "gran salto para la Ciencia".
Cuando Neil Armstrong posaba por primera vez su pie sobre una superficie diferente a la que durante millones de años la humanidad había pisado, iba más allá de lo que la simple misión espacial podía intentar conseguir: Se rompían barreras mentales, se acercaba la ciencia al resto de la personas "de la calle", se fomentaba la curiosidad científica y el espíritu de crítica... El hombre alcanzaba la Luna.
Con el tiempo hemos sabido que la misión de aparente tecnología segura y avanzada, conllevaba un riesgo enorme para los tripulantes, que las incertidumbres eran más que las certezas y que aquellos primeros astronautas fueron realmente unos héroes.
Para muchas personas, fue el motivante para dedicarse a la investigación, para aficionarse a la astronomía o para aprender un poco más sobre el Cosmos.
Quizás Neil Armstrong, de pie sobre la Luna, empezaría a intuir que caerían muros, ideologías, políticas, fronteras... y que surgirían nuevos retos, guerras, miedos, dificultades.... Pero que si el Hombre mantenía su voluntad de superarse y avanzar, la Especie Humana podría superar cualquier adversidad.
Ha fallecido una persona, ha muerto un héroe, se ha ido un mito.
Pero no deja de maravillar que esta noches, hasta el 31 de agosto (curiosamente en "luna azul"), podemos dirigir nuestros telescopios, ver la zona de crater Theofilus al sur del Mar de la Tranquilidad y pensar que cerca, en la zona de alunizaje, sigue su huella para la eternidad.